Un aporte dietético adecuado de vitamina B12 funciona como tratamiento preventivo y terapéutico de la anemia perniciosa.
La anemia perniciosa es una enfermedad relacionada con la falta de vitamina B12. Responde sobre todo a causas fisiológicas propias del envejecimiento, ya que en esta edad se reduce la capacidad de absorción intestinal de dicha vitamina. Durante los años previos a la aparición de los problemas de absorción, asegurar una reserva en el organismo de cobalamina (forma activa de la vitamina) con la ingesta de alimentos de origen animal, es muy importante para que este tipo de anemia no se manifieste durante la tercera edad.
Dieta para la prevención
Para tratar a tiempo las deficiencias nutricionales en los ancianos, es imprescindible una dieta adecuada para asegurar las reservas necesarias de nutrientes antes de que aparezcan problemas de absorción. Asimismo, las revisiones médicas periódicas deberían incluir una analítica completa de niveles de proteínas; de minerales como el hierro, el potasio, el fósforo y el calcio; y de vitaminas como el ácido fólico y la vitamina B12. Un análisis de sangre rutinario y el tratamiento nutricional oportuno podrían mejorar el estado mental deteriorado de muchos ancianos. De hecho, se ha constatado que muchos de los trastornos mentales considerados incurables por deberse a la edad y al envejecimiento (falta de fluidez verbal, de coordinación y de memorización), son en realidad malestares pasajeros si se tratan a tiempo con los nutrientes adecuados.
El hígado almacena vitamina B12, por lo que la anemia perniciosa no se desarrolla hasta que no hayan transcurrido de 2 a 4 años desde que el organismo dejó de absorberla. Un aporte dietético adecuado de vitamina B12 funcionaría, por tanto, como tratamiento preventivo y terapéutico de la anemia perniciosa, mediante la creación de reservas de dicha vitamina cuando el organismo es aún capaz de absorberla. Sin embargo, una vez que la persona anciana ha sido diagnosticada de anemia perniciosa, el tratamiento nutricional consiste en la administración de inyecciones de vitamina B12, debido a que la mayoría de las personas que padecen esta deficiencia no pueden absorber la vitamina B12 tomada por la boca.
Para prevenir situaciones de riesgo, se debe reforzar con una dieta equilibrada el aporte de vitamina B12 incluyendo a diario alimentos de origen animal. Son estos los únicos que contienen cobalamina de forma natural, la forma activa de esta vitamina.
Una ración de hígado de calidad resuelve el aporte dietético de vitamina B12 y de otros nutrientes cuya deficiencia también provoca anemia, como el ácido fólico y el hierro. Las carnes en general (las rojas en particular), los pescados y mariscos, los huevos y los lácteos también contienen cobalamina.
La deficiencia de vitamina B12 se presenta, en mayor o menor medida, en todas las personas mayores. Generalmente su incidencia aumenta en la tercera edad, ya que responde sobre todo a causas fisiológicas propias del envejecimiento. Cuando envejecemos el estómago segrega menos ácido clorhídrico. Esta reducción conduce irremediablemente a una situación de hipoclorhidria, causa directa de la deficiencia nutricional de vitamina B12.
Anemias nutricionales
Las anemias son enfermedades en las que los glóbulos rojos (hematíes) y la proteína que transporta el oxígeno por la sangre (hemoglobina), presentan valores inferiores a los normales. Los hematíes contienen la hemoglobina, que les permite transportar oxígeno desde los pulmones a todas las células del organismo. En la anemia la sangre no puede transportar una adecuada cantidad de oxígeno. Esta falta de oxigenación provoca la aparición de diversos síntomas como fatiga, debilidad o incapacidad para realizar ejercicio por agotamiento. Si la anemia es muy grave pueden aparecer trastornos mentales o la persona puede sufrir un paro cardiaco.
En las anemias nutricionales, el tratamiento único y exclusivo es la dietoterapia. El objetivo es corregir con nutrientes específicos y con una dieta adecuada la deficiencia de los nutrientes implicados directamente en la hematopoyesis o formación de las células sanguíneas como los glóbulos rojos. Estos nutrientes son mayoritariamente el hierro, el ácido fólico y la vitamina B12, y también la vitamina C.
Existe una relación muy estrecha entre el déficit de vitamina B12 y el de folatos. En muchas ocasiones, el diagnóstico de anemia por falta de folatos enmascara una anemia por falta de vitamina B12. El ácido fólico corrige la anemia causada por la deficiencia de vitamina B12 y retrasa el diagnóstico, pero no previene la progresión hacia el daño neurológico. Por ello, ante esta situación, se deben descartar todas las posibilidades de deficiencia nutricional e instaurar el tratamiento dietético más efectivo.
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