Hay factores que al dejar de fumar predisponen a ganar peso. Dejar el tabaquismo afecta a las hormonas, al sistema nervioso, al sentido del gusto y del olfato, a la capacidad de digerir y asimilar los nutrientes de los alimentos.
En el aspecto psicológico, influye en el padecimiento de ansiedad e insomnio que de alguna forma hay que combatir, y comer da la sensación de que se superan.
¿Qué sucede en nuestro cuerpo cuando se deja de fumar?
La nicotina es el componente más adictivo del tabaco. En la persona que fuma, dicha sustancia actúa disminuyendo su apetito, los movimientos musculares a lo largo de todo el sistema digestivo (en especial a nivel de estómago e intestino), necesarios para la digestión de los alimentos. Actúa también reduciendo la función de la vesícula biliar -almacén de bilis- necesaria para la asimilación de las grasas-, y de otras secreciones digestivas, lo que dificulta el aprovechamiento de los nutrientes de los alimentos.
La nicotina y el resto de componentes tóxicos del tabaco, tienen un impacto negativo sobre nuestro cuerpo.
Por ello, cuando se deja de fumar el cuerpo acusa una serie de efectos a distintos niveles, como son:
Peso corporal. La producción de calor (termogénesis) del organismo de las personas fumadoras aumenta alrededor del 6%, y su metabolismo basal se ve aumentado en unas 200 kcal en comparación con las no fumadoras. Esta es una de las razones del aumento de peso al dejar de fumar.
Estrés y ansiedad. La nicotina provoca un aumento de los niveles de algunas hormonas como la adrenalina. Cuando un fumador tiene hambre suele responder a los bajos niveles de glucemia utilizando la acción hiperglucémica de la nicotina. En ausencia de tabaco, aumenta el estrés y la ansiedad por un estímulo extra del sistema nervioso, y se produce también más adrenalina. En estos casos, se suele tratar de calmar los nervios comiendo más de lo debido, y sobre todo peor, o alimentos más calóricos y menos nutritivos.
Gusto y olfato. El tabaco deteriora la capacidad olfativa y gustativa de la persona fumadora. Este efecto es reversible de forma que cuando se deja de fumar, se mejora el sentido del gusto y del olfato. Se disfruta más de lo que se come, se desean alimentos y comidas con sabores fuertes Esto puede hacer que se coma más cantidad de alimentos y el resultado es una dieta más calórica.
Digestión y metabolismo de los nutrientes. El consumo de tabaco se acompaña de una mayor secreción ácida en el estómago. Cuando se deja de fumar los niveles de estas sustancias ácidas se normalizan y mejora el movimiento de las paredes intestinales con lo cual la digestión y el metabolismo de los nutrientes es más eficaz.
No obstante, si se lleva a cabo una dieta balanceada y se practica ejercicio físico regular, dejar de fumar no implica que forzosamente se vaya a engordar.
Fuente: NuevaDietaEquilibrada